RECUERDO DEL DESCUBRIMIENTO DE LA ENFERMEDAD DE CHAGAS

Autores/as

  • Hernando Groot Liévano Academia Nacional de Medicina

Palabras clave:

enfermedades tropicales, enfermedad de Chagas, Dr. Hernando Groot Liévano, Academia Nacional de Medicina Colombia

Resumen

Artículo publicado en la revista Medicina Vol. 22 (2) del año 2000. 

A través de mis largos años, he vivido en el trópico y he visto el sufrimiento de nuestros campesinos por esta grave dolencia y, a la par que he sido testigo de tal situación, he presenciado también los esfuerzos extraordinarios realizados en Colombia para su estudio y para su control, que a todos nos deben enorgullecer. Estos fueron hechos en épocas recientes por personas como Augusto Corredor, Felipe Guhl y muchos otros investigadores que sería muy dispendioso enumerar. Años atrás, los nombres de Benjamín Otálora, Hernando Ucrós y especialmente Santiago Rengifo y César Uribe Piedrahita tienen que venir a nuestra mente. Santiago Rengifo, investigador infatigable de la enfermedad, fue además creador del Instituto Roberto Franco de Villavicencio y uno de los artífices más importantes de la Facultad de Medicina de la Universidad del Valle. A César Uribe Piedrahita, se debe el haber iniciado el interés en Colombia por el estudio de esta parasitosis; fue él quien identificó por primera vez el agente causal en nuestro país. Así mismo, formó un sinnúmero de investigadores que, con sus estudios, han dado luz sobre la dolencia y han sido lustre para la ciencia en América Latina.

César Uribe Piedrahita, mi profesor y luego mi amigo, es una de las personas de la medicina nacional que se debe exaltar con más vehemencia porque era el individuo que no solamente dominaba el campo médico, sino que, como un Pico de la Mirándola del siglo XX, era experto en antropología, en arqueología, en botánica, habilísimo pintor y tallista, propulsor de las investigaciones sobre las bondades de las plantas, así como escritor de primera línea y dotado de excepcionales cualidades docentes para inculcar en sus estudiantes la disciplina por el estudio y la necesidad de trabajar cada vez más por este país.

Parece oportuno que en estos momentos, al rememorar a Carlos Chagas, se haga un breve recuento de aquellas condiciones en las cuales se descubrió esta enfermedad y cómo se movieron los mecanismos de su prodigiosa inteligencia y de su instinto clínico para descubrir tal dolencia. Recordemos por un momento la verdadera ebullición científica que había a principios del siglo una vez se conocieron los descubrimientos de Pasteur, luego los de Koch sobre la tuberculosis, y los de Yersin sobre la peste, así como los de Ross y Grassi al descubrir el modo de transmisión del paludismo para no citar sino unos ejemplos de los formidables avances de la medicina entonces.

Nuestros jóvenes en América, entusiasmados con tantos progresos ansiaban ir a Europa para beber en París la ciencia nueva que abría perspectivas magníficas para la solución de muchos problemas. Aquí, hace unos pocos días recordábamos como, por ejemplo, Luis Zea Uribe se desplaza a Europa y al tornar trae las ideas de establecer un sistema de diagnóstico adecuado para las enfermedades tropicales que se inicia con el de la fiebre tifoidea; y si pasamos a Venezuela, allá José Gregario Hernández y Luis Razetti, con ideas similares, abren en Caracas un laboratorio para tales fines, mucho más precozmente que nosotros, y Carlos Mabran, en Buenos Aires, hace otro tanto.

El Brasil no se queda atrás, muchas gentes retornan de Europa con un entusiasmo extraordinario; entre ellas se destaca Oswaldo Goncalves Cruz, quien al llegar a Río recibe la noticia de que una enfermedad muy seria está matando la gente en Santos. El Gobierno le encarga el estudio de la situación y es precisamente hace hoy un siglo, el 23 de octubre de 1899, cuando se encuentra con el primer enfermo y le diagnostica clínica y bacteriológicamente peste bubónica. Esta enfermedad, que estaba cobrando muchas víctimas, hace que el Gobierno de Brasil decida establecer un laboratorio para producir suero y vacuna contra el terrible mal transmitido por las pulgas de las ratas; y así, gracias al Barón de Pedro Alfonso, que sin ser médico ya había establecido un laboratorio para elaborar la vacuna contra la viruela, se organiza un instituto llamado Soroterápico Municipal do Rio.

Para esta obra, inaugurada el 25 de mayo de 1900, se escogió como director a Oswaldo Cruz, quien comenzó la producción de los preparados biológicos que irían a combatir la epidemia de peste, originada a mediados del siglo XIX en China y que desde entonces amenazaba seriamente a todo el mundo. Oswaldo Cruz abría más tarde otros campos de estudio, pues no podía limitarse a combatir la peste solamente. Había tantos problemas en el Brasil que se hacía indispensable su investigación. Por ello, dio prioridad al desarrollo de sistemas para luchar contra la fiebre amarilla y al adiestramiento en la entomología de los jóvenes que llegaban a trabajar al Instituto, dada la variedad de dolencias transmitidas por artrópodos que existían en el Brasil. Entre ellos llegó Carlos Chagas, quien tuvo su primer contacto con una enfermedad transmitida por artrópodos: el paludismo. Años más tarde, en 1908, Oswaldo Cruz, Director de la Institución que para esa época ya se denominaba Instituto Oswaldo Cruz, recomendó a Chagas para estudiar en Minas Gerais la situación de los empleados del Ferrocarril Central do Brasil. Allí no solamente se ocupó de los obreros del ferrocarril, sino de los habitantes de las zonas vecinas...

Biografía del autor/a

Hernando Groot Liévano, Academia Nacional de Medicina

Académico Honorario y Secretario Perpetuo, Academia Nacional de Medicina de Colombia. Investigador Emérito, Instituto Nacional de Salud, Bogotá, Colombia.

Referencias bibliográficas

Chagas C. Memorias do Instituto Oswaldo Cruz. Novam trypanosomiase humana. Estudos sobre a morfologia e ciclo evolutivo de Schizotripanum cruzi, novo genero, nova especie, agente etiologico de nova entidade. 1909.

Chagas C. Nova entidade morbida do homen. Brazil Médico. 1910; 43: 1- 25.

Cómo citar

[1]
Groot Liévano, H. 2016. RECUERDO DEL DESCUBRIMIENTO DE LA ENFERMEDAD DE CHAGAS. Medicina. 38, 4 (dic. 2016), 336–339.

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Publicado

2016-12-13